lunes, 9 de abril de 2012

El regreso del retoño

El jueves santo (porque es el santo de los jueves, como decía el churumbel de una amiga tan sabiamente) fuimos a recoger a la Lola de sus minivacaciones - y las nuestras- en casa de su "abu", a la sazón, la madre que me parió.

No sé si os pasa a vosotros, pero yo cuando me separo más de 24 horas de mi criatura, la veo más grande, como que ha crecido tal si fuera una lenteja arrebujada en un algodón empapado en agua, a ojos vista.

Nos recibió ataviada con la última creación salida de los talleres de la mía mamma: un disfraz de Blancanieves versión "mimadre" que llevaba puesto desde el día que llegó (domingo anterior). Creo que hasta tuvo que bañarla con el vestidico puesto. Adherido a la piel lo llevaba.

Lo de la diadema de margaritas recicladas de un jarrón de flores artificiales no era tan imprescindible. La varita se podía improvisar con un tenedor, un lápiz o hasta el dedo (según Lola, Blancanieves tiene varita cual hada). Pero el vestido era innegociable. Así nos recibió nuestra pequeña, convirtiéndonos en ranas veinte veces por minuto y después de los besos y achuchones, me soltó:

- Me he comido tooooooda la sopita de la abu como una campeona¡¡

La sopita de la abu, hay que explicarlo, es un remedio contra la tristeza, el resfriado, el vértigo, los suspensos, los despidos y no digamos contra el hambre. Sirve para todo la sopita. Con cuchillo se corta, de lo densa, intensa, sustanciosa y nutritiva que es. Es una sopa que si se la llega a tomar Franco aquel 20 de noviembre, aún seguiría entre nosotros. Suerte que mi madre era roja.

- Y las croquetas, Lola¡¡ grita la abu desde la cocina.

Ah, las croquetas de la abu. Subproducto de la sopa a la altura de ésta.

Así me ha devuelto al retoño. Florecida. Rellenita de sopa y croquetas. Reventando cremalleras.

A tope.


1 comentario:

  1. Estas hecha toda una mama gallina. Quien te ha visto y quien te ve. ja, ja, ja, ja.

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