martes, 11 de septiembre de 2012

Bienvenidos al cole¡

Poco más o menos, es lo que nos vino a decir la amable directora del cole de la Lola en la reunión del otro día. Esta mujer, lo sé yo, quería ser arquitecta pero se torció la cosa y salió maestra. ¿Que por qué lo sé?, pues porque el 80% de la reunión ante los ansiosos padres primerizos en las lides de la docencia reglada se la pasó dando datos técnicos de la reconstrucción del edificio que alberga el cole.

Que vale un poco de metro cuadrado pero la composición química del hormigón del patio como que no me quita el sueño, amiga directora. La cosa es que allí estábamos todos apelotonados, sentados en sillitas de niños de 3 años (que me derramo por ambos lados, oiga¡) esperando que la directora dejase de explicar el forramiento del ladrillo que forma el arco de medio punto y nos confirmara que aquellas dos mozas con mechas, labio retocado a lo Esther Cañadas una, y minifalda infartante la otra, no eran coristas sobrantes de un show nocturno sino las futuras "seños" de nuestros hijos.

La minifaldera fue la que me tocó a mí y a mi prole. Y la escultural muchacha, para regocijo de los padres que se llevaron más de un codazo en el costillar, nos condujo a la clase en la que van a domesticar a nuestros retoños, aposentó sus reales en una sillita (ella no se derrama) y nos soltó el discurso.

Ese que te dice que no le hables mucho del cole para no crear expectativas desilusionantes, que no hagas esto ni lo otro, esto sí y lo otro también, que lleves tal cosa, bla, bla bla.... nada fuera de lo común si no fuera porque lo hizo a un riiiiiitttmoooo ssuuuuppppeeeeeerrr lllleeeeeennnntttttoooooo.

Amparo, te has fumado un porro. Fue lo que pensé. Decía cosas muy obvias como:

- Es que son niños...

Anda¡ yo pensaba que eran patatas...

Y se te quedaba mirando como recalcando lo dicho, como si hubiera revelado la fórmula secreta de la cocacola, así, fíjamente y con pausa dramática. Mucha pausa y mucha miradita recalcante.

Si alguna madrepadre me lee y reconoce lo que estoy contando que haga el favor de no revelar el nombre del cole por aquello de la privacidad y no chivarse a la seño, que no quiero oir eso de "es que me tiene manía la profe" y que sea verdad.

Una de las madres asistentes con la que sospecho voy a compartir alguna que otra caña (si se deja) me comentó que la veía tan sumamente nerviosa que lo más probable es que hubiera escogido la táctica de hablar despacio para hacerse entender y mantener la calma.

Pudiera ser, pero la impresión que me dió a mí es que iba a dejar a mi Lola en manos de una amiga de los cigarritos de la risa. Los nervios son muy malos. La verdad es que no me gustaría estar en lugar de la seño y enfrentarme a un mogollón de niños con sus respectivos padres con la cabeza llena de ideas de cómo debieran ser las cosas y que te lo sueltan a la primera de cambio. Yo no sirvo para aguantarles.

Ayer fue el primer día de cole de la Lola. Todo un éxito, amigos. Ni lloros ni gritos ni amenazas. La seño ya estaba en modo velocidad normal y en la hora y media de adaptación que dura cada jornada en la primera semana, consiguió que mi retoño se pasara toda la tarde noche hablando de su seño, del cole y de sus nuevos amigos.

Esta mañana, el lorito redicho que tengo por hija me ha soltado por el camino:

- Mamá, le voy a decir a la seño que me ponga muchos deberes. Yo lo que quiero es estudiar mucho.






Esa cara hemos puesto su padre y yo al oirla. Si la seño ha conseguido esto en un día de cole, me la pongan, por favor, hasta el doctorado.