martes, 30 de octubre de 2012

Nueva sección: ideas absurdas

Efectivamente, amigos, vamos a inaugurar una nueva sección destinada a albergar todas esas ideas absurdas que se me ocurren, porque ya son demasiadas y lo merecen.

Y es que ahora estoy presa de la furia de la calceta, o como dicen las modernas, el "Knitting", con esa manía de soltra palabros en inglés para resultar más "trendy".

Como hace frío, qué mejor que arrebujarte en el sofá con tus agujas de bambú (tira las de plástico, ya no molan nada) y tu nueva lana super gorda de Black Oveja -tienda chula donde las haya-, suaaave y amorosa, una peli que no requiera mucha atención y triquitriquitriqui, que te vas haciendo un jersey molón para que luego se te mueran de envidia tus vecinas.

Como acabo de aprender a hacer trenzas estoy lanzada, ya me veo poniendo ochos y punto de arroz a los retrovisores del cohe, que me están pasando un frío que no veas.

Y es que veo que ahora lo más de lo más son las quedadas tejedoras como la de Madrid Knits, que se juntan un grupito de amantes del punto y meriendan, cotillean y se enseñan sus elásticos y sus sisas. Pues yo quiero uno de esos, me lo pongan, oiga. Que hacer punto solica es un poco triste. Pero que no me tenga que ir a la quinta chimbamba, algo más céntrico.

¿Quién se apunta? eh? eh?.

Advierto que acabo de aprender a hacer galletas de mantequilla y me salen rebuenas.

Ahí lo dejo...

ÚLTIMA HORA: Parece que a muchas os seduce la idea pero como no sabéis o lo tenéis olvidado, os desanima... propongo enseñaros lo que sé, que no es que sea mucho pero para una tarde tenemos seguro (y algo más). Así que, chicas (o chicos) que os apetezca, propongo clases de iniciación al punto (pelota) la tarde el viernes 2 de noviembre. Detalles, hora y lugar, por mail. La que quiera que se apunte: trybeca@yahoo.es. 

martes, 16 de octubre de 2012

Estilismos para el recuerdo: los carga el diablo

Amigos y pacientes lectores;

La de hoy es una clase práctica, un ejemplo real (y tanto) de lo que nunca debemos hacer a nuestros retoños. ¿Maltratarlos?, no, so ceporros. ¿Castigarlos?, que no, hombre. A ver, no me maltratéis ni me castiguéis a los niños que los de los servicios sociales están a la que salta, que se están jugando el jornal y no estamos para bromitas.

Me refiero al noble y difícil arte del estilismo en el posado fotográfico.

Sí, amigos, eso. No pongáis esa cara de "esta me la sé" porque no. Y si no, haceos una pregunta sencilla: ¿Os creéis más listos que vuestros padres?. Quién haya dicho que sí o es huérfano (ahí se entiende, claro) o aún no le ha tocado ir corriendo a urgencias con su churumbel colgando febril. Que luego va tu madre y te llama por teléfono: te lo dije, ese niño no está bien y tú como no haces caso...

Pues que sepáis que no sois más listos que vuestros padres, majetes. Porque una coge esa caja de fotos antiguas que habíamos escondido en lo más profundo del armario del trastero mientras éramos novios (luego te casas y ya como que hace gracia y todo) y cuando mira los terroríficos looks que nos plantaban nuestras madres, piensa: esto no se lo haré a mi hija preciosa jamás.

Já.

Mi madre era lo que hoy se conoce como una trendy-mum. Su armario era la envidia de todas sus amigas. Un gusto impecable, las mejores tiendas y una estupenda figura la convertían en todo un icono de la moda en los setenta.Seguro que ella pensaba que aplicaba el mismo buen criterio al vestuario de sus hijas. Pero a las pruebas me remito: No, mamá, no íbamos chic, ni elegantes, ni trendys ni leches. Y no deberías haber visto tanta serie de TV. Porque si tú ves esto:



Luego vas y le haces esto a mi pobre hermana: (es mi hermana de verdad, perdóname, cariño, pero es por el bien común, has cambiado mucho, nadie va a reconocerte, te lo juro).


Efectivamente, amigos, mi pobre hermana va ataviada con un look que le hace parecer el hijo secreto de Starky y Hucht (sí, de ambos) en misión especial en las selvas plagadas de helechos del Guadarrama. ¿Cómo no va a estar triste, la criaturica, con esa camisa que me pica solo con verla?, y esa chaqueta -heredada de mí- que tenía unos colores que te ponías a llorar, rollo cacaburro y gamas similares, con su cuello smoking y su cinturón marca-lorzas...

Amigos, ya lo han visto con sus propios ojos. No le inflijan el mal a sus hijos, no les averguencen de por vida y más allá. Midan bien los estilismos. Muy bien. Que luego no ganamos para terapias.

Que se lo digan a mi hermana que cada vez que vuelve la moda folk se encierra en casa de baja.

jueves, 11 de octubre de 2012

Del miedo



Cuando Lola nació y nos tuvimos que volver del  hospital a casa con ella, comprendí que el resto de mi vida iba a tener miedo. Un miedo permanente y mutable, un miedo nuevo que brota tal que pares y que ya nunca más te abandonará. Es el miedo de traer un hijo al mundo y a ver qué chingados haces para que sea feliz el mayor tiempo posible. Y que esté calentito. Y que haya comido suficiente. Pero no demasiado. Y…
-       -   Respira?
-          - Claro que respira¡, cómo no va a respirar?
-          - Es que no la oigo respirar…
-          - Porque tiene dos días de vida y sus pulmones aún no hacen ruido de coche viejo, quieres dormirte tranquila que son las 4 de la mañana?
Y te acuestas, tratando de calmarte. Claro que respira, mujer. Si es un roble esta niña¡. Respira como un… como un… coño, que se ha parado¡¡ y enciendes la luz, alarmada, esta vez segura, sí, pasa algo malo, malísimo, y gritas:
-         -  NO SE MUEVE¡¡¡
-         -  Joder, me cagoen… porque está dormida¡
-         - 
La arropas tratando de incomodarla suavemente y que te de esa señal, sí, pequeña, estás viva? Díselo a tu mami… y la Lola gruñía y ya, me volvía a acostar en paz hasta cinco minutos después que empezaba de nuevo la auditoría de supervivencia. He llegado a ponerle un espejo bajo la nariz, amigos.
Eso por las noches.
Pero por el día era un acarreo de niña por todos lados, no fuera que la perdiera de vista por un nanosegundo y se escapara por el balcón descolgándose de las sábanas de ositos bordadas. Si me iba a la ducha, allá que llevaba a la Lola en su hamaquita. Y me lavaba con la cortina descorrida, por supuesto, para vigilar que no saltara sobre ella ningún frasco de perfume o el bodymilk y la atacara. Porque esa es otra.
La capacidad que me he descubierto imaginando desgracias sin límite a cual más absurda… a mí me viene cualquier a de mis amigas y me dice que tiene miedo de las cosas que detectaba yo como peligros realísimos y la mando a López Ibor de cabeza y además, la insulto.  Pero ay, es dar a luz y la sensatez  se va al mismo sitio que tu talla de pantalones antes de convertirte en madre: a la extinción más absoluta.
Si llovizna, yo veo rayos caer sobre el cochecito donde mi retoño sonríe complacida. Cuando estoy esperando que cambie a verde el semáforo a una distancia de no menos de un metro del asfalto, visualizo un coche conducido por un cuasiadolescente bakala bien dopado subiendo por la acera y atropellándonos a 200 kilómetros por hora. Cuando acuesto a mi pequeña, advierto la presencia de un ser maligno que se la quiere llevar de souvenir al averno. Y sí, miro debajo de la cama y detrás de las cortinas.

Mi chico al principio trataba de calmarme y aplicar la lógica, tratando de demostrar que era imposible que se cumplieran mis vaticinios, a cual más espantoso y mortal. Luego me miraba con compasión, meneando la cabeza de un lado a otro silenciosa y elocuentemente. Ahora, cada vez que verbalizo un ramillete de los peligros que acechan a mi hijita, me pregunta qué hay que comprar para largarse corriendo. 

En fin, amigas, sé que vosotras me entendéis. 

En la foto, anoche a la hora del baño. El perro por si vienen los ladrones a hacernos una visita y el rifle a modo de pararrayos, que me han dicho que es muy eficaz.